jueves, 9 de julio de 2009

Tú, cuya mano

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Tú, cuya mano me ha bañado
de un fuego transparente las espaldas,
cuyos ojos en claros naufragios
hundieron algunos principios
elementales de mi alma,
tú eres mi patria.

Tú, que no tienes apellido,
que no sé si eres pájaro o si alcándara,
que de todos tus brazos las letras
de plomo cayéndose han ido,
como si fueran nueces vanas,
tú eres mis padres
y mi patria.


Tú, que ni tú te acuerdas dónde
tendiste a orear las nubes blancas,
que de tantos amores que tienes
confundes el nombre de todos
los días de cada semana,
tú eres mi Dios
y mis padres
y mi patria.


Tú, que tan dulcemente besas
que el cielo bocabajo se volcaba,
y que no se sabía de quién
ya la lengua,de quién la saliva,
de puro sabrosa y templada,
tú eres mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.


Tú, que apacientas calaveras
por las praderas de la verde África
y a los rojos leones les echas
de pastolas rosas de leche
de luna de Nuruquimagua,
tú eres mi ejército
y mis leyes
y mi Dios
y mis padres
y mi patria.

Eres mi ejército y mis leyes
y mi Dios y mis padres y mi patria,
y el ejército y Dios y las leyes
y todas las patrias y padres
se creen que tú no eres nada:
que no eres nada.


Agustín García Calvo.

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