jueves, 31 de octubre de 2013

Cuando todos se vayan



Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.
Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.


Jorge Teillier

De El árbol de la memoria, 1961.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Yo poeta declaro




Yo poeta declaro que escribir poesía
es decir el estado verdadero del hombre
es cantar la verdad es llamar por su nombre
al demonio que ejerce la maldad noche y día.
El poeta es el grito que libera la tierra
la primera montaña que divisa la aurora
la campana que toca la canción de la hora
el primer corazón que lastima la guerra.
Colocado en vanguardia sin que nunca desate
su unidad con los pueblos su visión del conjunto
el poeta es el hombre que primero está a punto
para hacerse con bríos a la mar del combate.
El poeta es el pueblo que a morir se resiste
en la súbita noche donde todo se olvida.
Donde no hay libertad no hay poeta con vida.
Ningún pájaro vuela donde el aire no existe.
Yo poeta declaro que la cólera es una
cuando hay algo que atenta contra el sol que nos guía.
Languidece el poeta si la tierra se enfría
cuando no hay corazón ni justicia ninguna.
Yo poeta declaro que en el duro camino
del tiempo el poeta se halla siempre un hermano.
Yo poeta declaro que el poeta es humano
aunque a veces nos haga presentir lo divino.

Agustín Millares, La estrella y el corazón, 1949.

sábado, 26 de enero de 2013

Poema social de guerra y muerte





Tened presente el hambre, recordad su pasado
Turbio de capataces que pagaban en plomo
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado
Con yugos en el alma, con golpes en el lomo

El hambre paseaba sus vacas exprimidas
Sus mujeres resecas, sus devoradas ubres
Sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
Frente a los comedores y los cuerpos salubres

No habéis querido oir con orejas abiertas
El llanto de millones de ninos jornaleros
Ladrabais cuando el hambre llamaba a vuestras puertas
A pedir con la boca de los mismos luceros

Se ejercita en la bestia y empuna la cuchara
Dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
De tigres y en mis ojos la vision duele y pesa

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas
Cicatrices y heridas, señales y recuerdos
Del hambre contra tantas barrigas satisfechas
Cerdos con un origen peor que el de los cerdos

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura
Eran sólo de aquellos que se llamaban amos
Para que venga el pan justo a la dentadura
Del hambre de los pobres, aquí estoy, aquí estamos

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
Los que entienden la vida como un motín sangriento
Como los tiburones, voracidad y diente
Panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

(Miguel Hernandez), fragmento-

Madrigal de Gutierre de Cetina



Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuanto más piadosos,
más bellos parecéis a aquel que os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
ya que así me miráis, miradme al menos.